domingo, 14 de mayo de 2017

LA MAGIA DE LA NATURALEZA

En este post que comparto contigo, descubrirás la magia de la naturaleza desde un poco más isotérico. Hoy he ido a la floristería y me he comprado una Rosa muy especial. No tiene que ver con el resto de las rosas clásicas que florecen en primavera. Se llama Rosa de Jericó, en realidad, un helecho.  Tiene la particularidad de poder presentarse en dos estados completamente diferentes: hecha una bolita, pareciendo un simple matojo mustio, cuando las circunstancias son desfavorables; o con los esporangios extendidos y de un color verde vivo, cuando encuentra suficiente humedad a su alrededor. La alternancia entre estas dos fases pueden realizarse en inmumerables ocasiones durante más de 20 años. 
Los ocultistas de todos los tiempos han sabido que esta es una planta sacra y una de las más mágicas de nuestro mundo.  Durante milenios ha sido utilizada por chamanes y brujos por sus reputadas propiedades mágicas, y más tarde se ganó un lugar en los laboratorios de los alquimistas. La Rosa de Jericó absorbe y se alimenta de todo tipo de energías del lugar donde se encuentra, especialmente de las negativas, transformándolas en positivas. También se la conoce con el nombre de doradilla o planta de la resurrección.


Entre los usos mágicos que le han dado las distintas culturas, destacan la propiedad de bendecir y proteger casas y atraer la suerte, el dinero y la fortuna a los negocios. Los practicantes del vudú también la utilizan para atraer dinero y amor. Pero los beneficios de este auténtico talismán viviente, no acaban aquí: los que decidan poner una Rosa de Jericó en su vida y trabajen con ella, experimentarán mejoras en su salud, vida en pareja o matrimonial, exámenes, en el trabajo, los negocios, la prosperidad económica o en la suerte de sus vástagos.

 Crece prolíficamente en los extensos prados de los Estados Unidos, y también se la puede encontrar en algunas zonas del norte de España, oeste de Francia, Bélgica y Oriente Próximo. Es una molécula de azúcar, denominado trehalosa, la que le confiere la capacidad de “resucitar”. 

Los griegos la llamaban la planta sagrada de la resurrección, y los árabes rosa de ariha. Los “hombres medicina” de los indios Hopi buscaban las que nacían entre las rocas, pues aseguraban que eran las mejores para darle usos medicinales. No en vano se le reconocen propiedades terapéuticas, en especial como diurética y para la cura y mejoramiento de heridas.
Para las culturas precolombinas también era una planta sagrada, pues se han encontrado doradillas en muchas tumbas de jefes y grandes sacerdotes.
En realidad, no se conoce a ciencia cierta cuándo recibe el nombre de Rosa de Jericó y por qué se le dio en un momento dado, pues no es oriunda de esta ciudad palestina, donde ni se la conocía. Se cree no obstante que la llevaron hasta allí algunos viajeros en los primeros siglos de la Edad Media (de ahí el nombre que se le daba en esa época, Rosa Hiericontea). Una vez arribó a Jericó, punto comercial importante en el que se vendían principalmente hierbas medicinales y aromáticas, se comenzó a utilizar para bendecir casas y atraer fortuna a los negocios. A partir de aquí, su fama como planta mágica no hizo más que extenderse. Aún hoy en día se pueden ver en la zona de Balonia (Bélgica) platos o jarras llenas de doradillas en hogares y comercios públicos. En Normandía también se pueden observar todavía en algunas iglesias, como recuerdo de aquella época en la que la magia se fusionaba con la religión.

Son varias las leyendas que tienen como protagonista a la Rosa de Jericó. Por ejemplo,  desde la época medieval: en el siglo XIII, un caballero catalán llamado Guillaume, perteneciente a la nobleza de Vallespir, regresó de las cruzadas con varias de estas plantas convencido de las propiedades mágicas que se le asignaban en Oriente. Al llegar a su tierra se encuentra con que su hijo había contraído la lepra, la enfermedad más letal en aquellos tiempos. El caballero, movido por la fe ante tal triste suceso, decide ir a recoger agua bendita de una iglesia cercana y poner en ella una Rosa de Jericó. Siguiendo la tradición ocultista de las novenas, la tuvo allí durante 9 días  y después hizo que su hijo se lavara la cara en esa agua. Según la leyenda, el joven curó casi de inmediato, lo que dejó perplejos a todos los que allí se encontraban.

Mantenimiento de la Rosa de Jericó 


Si hemos adquirido una Rosa de Jericó por primera vez, buscaremos un cuenco, plato hondo o pecera de materiales naturales (barro cocido, madera, cristal, monterita…) donde colocarla. Los recipientes de materiales sintéticos no son tan afines y resultan mucho más bastos a la hora de dejar pasar las energías.
A los tres días, cambiaremos el agua, y a partir de esta vez puede hacerse cada dos semanas. La primera vez debe ponerse en el agua un martes o viernes a las nueve de la mañana o tres de la tarde. Esta operación debe realizarse siempre a la misma hora, tanto la primera vez que le cambiemos el agua a los tres días como en las veces sucesivas. También, cada vez que cambiemos el agua o queramos pedir algo en especial, recitaremos esta oración:

Divina Rosa de Jericó. Por la bendición que de nuestro Señor Jesucristo recibiste, por la virtud que tú encierras y por el poder que se te concedió, ayúdame a vencer las dificultades de la vida, da paz, prosperidad, alegría, salud y felicidad a este hogar en donde tú estás, al igual que a sus moradores, protégelos de cualquier enfermedad y mal. Divina Rosa, todo esto te lo pido en virtud de todo aquello que tú encierras, en y por amor de Cristo Jesús. Amén.

Si el agua se pone turbia los primeros días, es que efectivamente está ejerciendo su acción vibratoria y purificante del lugar. Es preferible que permanezca sumergida dentro del recipiente, para lo cual podemos añadir agua siempre que sea necesario. Si el agua está clara, es señal de que todo va bien.


El agua, naturalmente, juega un papel primordial, pues en ella vive y debe “trabajar”. No es recomendable mantenerla con el agua del grifo, sobre todo si vivimos en una gran ciudad, por la cantidad de sustancias que trae consigo. Para que la doradilla se encuentre en óptimas condiciones, utilizaremos agua de pozo, manantial o mineral. Aunque si pretendemos llevar a cabo algún trabajo mágico recomiendo el agua de lluvia. Si es recogida en una noche de luna llena mucho mejor, ya que su magnetismo es elevado y es más poderosa.

No olvidemos colocarla en un lugar donde le pueda dar la luz del sol, pues como vegetal que es, necesita hacer la fotosíntesis. No es aconsejable poner más de una doradilla en el mismo recipiente, ya que cada planta trabaja a su ritmo y por su cuenta, y se interferirían unas con otras.
Una vez finalizado el ciclo vital de la planta, podemos utilizar los restos para confeccionar saquitos de la suerte o taures, pues sigue conservando sus poderes durante bastante tiempo. Para ello, la podemos mezclar con ruda, muérdago y coriandre o lágrimas de Balaal, que combinan perfectamente con ella.

Aquí tienes un vídeo que he editado, donde encontrarás más información sobre ella.




No hay comentarios:

Publicar un comentario