martes, 19 de mayo de 2015

EL PODER DE LAS EMOCIONES

Nuestro cuerpo nos habla continuamente y lo hace a través de  nuestra salud. El ser humano posee un dispositivo de aviso  cuando las emociones negativas necesitan ser cambiadas, se llaman síntomas (una tortícolis, un fuerte dolor de espalda, un inoportuno acné o una tos repentina).

Cuando aparecen síntomas físicos y no son atendidos como se merecen, se manifiestan de manera más contundente y lo hacen en forma de enfermedades.
Por esta razón es muy importante tomar consciencia de nuestras emociones.
Según el Dr. Rush en su libro “Descifra los mensajes del cuerpo”, la gran parte de nuestras dolencias, tienen mucha más raíz psicológica, que física.
Siempre se ha dicho que cuando una persona es emocionalmente sana tiene menos enfermedades.

A nadie le gusta  reconocer que es infeliz.  Incluso nos auto engañamos. Por ejemplo, a veces, si sucede algo que nos entristece, tendemos a bloquear el sentimiento triste como si no hubiera existido. Aparentemente no notamos nada pero el cuerpo se resiente.

Algunas características de personalidad estaban asociadas a ciertos tipos de dolencias que con el tiempo, a veces, son graves e incluso mortales. Incluso la personalidad de nuestros padres o ancestros nos pueden influir por el carácter en nuestra salud.

Las dolencias físicas son fáciles de observar, de medir y de verificar, sin embargo, estudiar las emociones son mucho más complicadas de cuantificar. 
Cada vez que enfermamos, es probable que la enfermedad haya sido “provocada” por alguna desgracia o estrés de nuestra vida. 
Quizás pueda ser por una palabra de desanimo que pronunciase alguien, un amigo, pariente o incluso si somos sensibles, nos podría influir la palabra de un perfecto desconocido. 

Esto demuestra la importancia de tener una autoestima sana también.

A casi todos nos han enseñado desde bien pequeños que expresar las emociones excesivamente, es inadecuado como conducta social. Ejemplos como: “A los niños se les debe ver, pero no oír” o “Los niños mayores no lloran” o ”Las señoritas no gritan, ni dicen palabrotas”.

Y de esta manera sucede que no expresamos nuestras emociones, la mayoría de nosotros aprendemos a reprimir nuestros sentimientos, hasta tal punto que, a veces dejamos de ser conscientes de cómo nos sentimosPor lo tanto, no acumulemos en nuestro cuerpo ira, tristeza, impotencia, miedo.
Despréndete de estas emociones que nos hace cargar un peso muy tóxico.  Ganaremos mucho haciéndolo, en primer lugar, porque uno se siente bien y en segundo por que las personas felices están infinitamente más sanas, que las infelices. Las emociones tienen su efecto sobre nuestro  sistema inmunológico. Cuando somos felices, este funciona a pleno rendimiento y repele cosas tales como las infecciones y el cáncer. Nuestras articulaciones se mueven con mayor suavidad, nuestra digestión mejora dormimos con más tranquilidad.

La persona feliz es más consciente y está más en contacto con sus emociones, tiene más energía y es posible incluso que viva más. 
Lo mejor de todo es que si trabajamos en el cultivo para ser felices, nos permitirá disfrutar plenamente de nuestras vidas en lugar de limitarse a soportarla. 
El desarrollo personal es un buena vitamina para una vida saludable. 


Ya lo sabes, "No hay mejor vitamina que tu propia consciencia".

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¡Ya sabes! "AMATE y cambia el mundo."



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