lunes, 3 de abril de 2017

15 FORMAS DE PARECER SEGURA Y ACABAR SIENDOLO.



Actuar con seguridad no es fácil cuando tienes los nervios hechos un nudo y te tiemblan las piernas. Precisamente en las situaciones difíciles o que son muy importantes para nuestro futuro es cuando nos sentimos más inseguros, tendemos a meter la pata y equivocarnos, incluso aún más, provocar una mala impresión en los demás. Según los psicólogos, este miedo interior es una reacción primaria e irracional que provoca en el organismo una serie de reacciones molestas y hasta paralizantes. “La inseguridad produce angustia” y un alto estrés emocional que pone en marcha la adrenalina del cuerpo.
En algunas personas la respuesta física es una excesiva sudoración, en otras la respiración entrecortada, tics nerviosos, tartamudeo o lapsus de memoria; también puede producir una sensación de nudo en el estómago que nos impide comer, y las taquicardias.
Aprender a controlar esta ansiedad y comportarnos con seguridad no es algo innato, ni que se pueda adquirir tomando una pastilla milagrosa: hay que esforzarse para conseguirlo. Hay ejercicios mentales y estrategias que nos ayudan a presentarnos externamente como personas seguras.
Si actúas como si te sintieras atractiva/o, inteligente, eficaz y destinada a conseguir lo que quieres, los demás te percibirán así y responderán de una forma favorable, lo que aumentará tu autoconfianza.
He aquí 15 estrategías para parecer segura y acabar siéndolo.


1.)    Visualiza situaciones que te provocan inseguridad. En casa relajada y tranquila, debes repasar las cosas que te crean inseguridad. Por ejemplo, ¿eres incapaz de entrar sola en un bar y esperar tomándote una copa a la persona con la que estás citada? Entonces imagínate toda la escena de forma más realista posible. Luego piensa en algo que te gusta hacer y con lo que sí te sientes segura (algo concreto, como bailar, o manejar el ordenador…), recréate en la sensación de seguridad y grábala en tu mente. Vuelve a reproducir la escena en el bar, pero esta vez imaginando que estas muy segura y saboreas un zumo de tomate con toda tranquilidad y con la misma seguridad que tenías en el ejemplo de tu baile, o manejo… Repite este ejercicio durante una semana seguida y luego ponla en práctica en tu vida real.
2.)    Camina pisando fuerte y con la cabeza alta. La forma de andar dice mucho de una persona. Caminar con la espalda recta, la cabeza alta mirando lo que te rodea, y con pasos firmes, (ni grandes zancadas, ni con pasitos de geisha) es un signo de que dominas el terreno y sabes hacia donde te diriges.  Se ha comprobado que la gente calificada como independientes, seguras y hasta felices, son personas que andan de esta manera, mientras que consideran que caminar con pasitos cortos, el cuerpo encogido y la cabeza inclinada es señal de timidez, inseguridad y tristeza. Una técnica para andar con seguridad es pensar que lo estás haciendo por un terreno conocido, por ejemplo, el pasillo de tu casa. Puedes ensayar con antelación, controlando la postura delante de un espejo e imaginando que entras en una fiesta o cruzas el comedor de un restaurante repleto de comensales.
3.)    Aumenta tu seguridad con ejercicios de entrenamiento. La seguridad funciona igual que los músculos, y como ellos necesitan ejercicio y entrenamiento periódico para estar en forma y no atrofiarse. Ves poco a poco, poniéndote metas fáciles, como si fuera una tabla de gimnasia para principiantes, para pasar luego a ejercicios más complejos.  Por ejemplo, si lo que más te aterroriza es hablar con extraños o en público, debes empezar entablando pequeñas conversaciones generalistas con el portero, el dependiente del supermercado, la vecina que sube en el ascensor… Cuando domines estas conversaciones, intenta dar una breve, aunque clara, opinión en una reunión de amigos o en la oficina.
4.)    Vístete para causar una impresión de seguridad. Selecciona cuidadosamente la ropa, el perfume y los complementos, el maquillaje y el peinado que refuercen la imagen que quieras dar en ese momento concreto: profesional, sensual, activa, divertida, discreta, amigable… Procura que sean prendas con las que te identifiques y te muevas cómodamente, y que no se alejen de tu forma de vestir habitual. “Se trata de cuidar tu imagen externa, no de disfrazarte”. Por ejemplo, hay ciertos colores que proyectan mensajes específicos a los demás, como los tonos oscuros, que dan autoridad y seriedad, aunque ir vestida de negro de la cabeza a los pies puede dar la impresión de estar deprimida y ser negativa. Los colores brillantes hacen que nos miren y los de color pastel hablan de serenidad y amabilidad. Así, para una fiesta un vestido de color fuerte puede ser muy adecuado, pero para una reunión de trabajo sería mejor un conjunto oscuro con una camisa pastel o un vestido de tono neutro con un pequeño toque de color. De esta forma te presentarás como una persona segura y eficaz, pero también asequible y flexible. Lo que hay que evitar a toda costa es la ropa por la que tenemos que preocuparnos, es decir, esa falda que nos queda tan corta que debemos estar continuamente tirando de ella, ese pantalón tan ajustado que nos impide sentarnos con normalidad, ese tacón tan alto que nos hace torcer los pies o ese collar que nos molesta un poco.  Si vas a asistir a una reunión que te preocupa, ponte un vestido que te gusta, porque siempre que lo has llevado te ha ido bien. Esa prenda concreta te servirá como punto de apoyo y aumentará tu seguridad.
5.)    Escoge un modelo y actúa como ella (o él). Puede tratarse de una mujer famosa, una actriz, una top model, la ministra de turno, tu jefa, una compañera de oficina o una amiga que admires. Averigua que cualidades y comportamientos son los que despierta tu admiración y escríbelos en una lista. Después toma prestadas esas cualidades e intenta reproducirlas. ¿Es su forma de vestir, de hablar? ¿Su educación y su nivel intelectual? ¿Su simpatía y amabilidad con todo el mundo? El último paso es imaginar que estas ante esa persona y quieres impresionarla favorablemente. ¿Cómo te comportarías? En la próxima cena de amigos o reunión de trabajo, actúa de esa forma.
6.)    Aprende relajación para controlar la ansiedad. ¿Empiezas a atragantarte, tartamudeas y te sudan las manos cuando te pones nerviosa? Si en situaciones en las que deberías comportarte con seguridad te quedas sin palabras, te cuesta respirar o empiezas a temblar, debes poner remedio antes.  “Da muy buenos resultados aprender una técnica de relajación y hacer ejercicios respiratorios para controlarnos. Pero si eso no te funciona convendría pedir ayuda a una psicóloga o especialista.
7.)    Adopta actitudes corporales y gestos seguros.  No sólo se trata de andar y hablar adecuadamente: también debes controlar tus gestos. Sentarte erguida, mirar a los ojos a la persona con la que hablas, evitar el excesivo amaneramiento, no moverte demasiado, ni quedarte totalmente rígida, y controlar los tics gestuales (tocarse el pelo, morderse labios o uñas, tamborilear los dedos sobre la mesa, parpadear continuamnete…) son actitudes corporales que ayudan a mostrarte segura ante los demás.
8.)    Habla con convicción y sin precipitarte. Uno de los errores más comunes que cometemos cuando estamos nerviosas es hablar demasiado rápido, en voz muy alta o muy baja, balbucear o quedarnos totalmente mudas. Esto suele ocurrir en conversaciones con extraños, si tenemos que exponer públicamente algún tema o cuando nos presentan a alguien que nos impresiona. Los actores y los políticos siguen cursos de expresión en los que aprenden a vocalizar bien, dar a la voz un tono de seguridad y convicción, hablar a la velocidad adecuada (ni rápido, ni muy lento), detenerse para respirar y evitar muletillas como: esto… bueno… o sea… Otro tic verbal que indica una gran inseguridad es colocar un signo de interrogación al terminar cada frase: cuando hacemos esto, damos la impresión de no saber muy bien de lo que estamos hablando, ya que necesitamos que nuestro interlocutor nos lo confirme continuamente.
9.)    Sé simpática.  Es la mejor tarjeta de presentación. Te han invitado a una boda y no conoces a nadie, pero seguro que alguien más está en tu misma situación. Todos nos sentimos inseguros en momentos así, por eso, si lo tienes presente, te será más fácil establecer conversación con otra persona. En lugar de acobardarte, toma tu la iniciativa y acércate a ella. Preséntate y pregúntale algo para romper el hilo. “El hecho de tomar la iniciativa ayuda a dominar los nervios, pues no hay nada peor que esperar en un rincón a que alguien nos dirija la palabra. Además, demuestra que somos amistoso/as y que tenemos confianza en nuestra propia simpatía. Una vez roto el hielo, no hace falta que contemos toda nuestra vida; hay que ser simpáticas, pero discretas y dejar que nuestro interloculor también hable, escuchando con interés y esperando tranquilamente el turno de respuesta. Des esta forma comprobará que no estamos ansiosas por ser el centro de atención, lo que es un signo claro de madurez (solo los niños desean acapara siempre la atención).
10.)  Un poco de sentido del humor, por favor. Un toque de humor suaviza tensiones, es una muestra de ingenio y nos hace amigables. Incluso puede ayudarnos a autopublicitar nuestras cualidades sin parecer pedantes o herir la susceptibilidad de los otros. Sin embargo, en situaciones formales, no hay que exagerar la nota. Por ejemplo, hacer bromas negativas sobre uno mismo ante gente que no nos conoce, puede ser hasta contraproducente y dar la sensación de estar pidiendo de antemano disculpas por nuestros defectos.
11.)  Atrévete a discrepar, si perder la sonrisa. Saber mantener una discusión sin perder los nervios o atreverte a exponer tu opinión cuando no estás de acuerdo con lo que se dice, indica que eres una persona con ideas claras y firmes. Esto no significa que quieras decir siempre la última palabra o pretendas que todo el mundo termine opinando como tú. Expresar en voz alta nuestras discrepancias es un signo de madurez y autoconfianza, mientras que no aceptar serenamente que otros opinen de una forma distinta demuestra inmadurez e inseguridad.
12.)  Aprende a aceptar los cumplidos. Muchas mujeres caemos en el error de ponernos nerviosas cuando alguien dice algo positivo de nosotras, cuando alaban nuestro físico, nuestro trabajo o el vestido que llevamos. Incluso hay quien empieza a atribuir los méritos a los demás, a las circunstancias, a la suerte…. Cuando actuamos de esta forma, damos la penosa impresión de no controlar nuestros actos, lo que es tan negativo como intentar atribuirse siempre todos los méritos. Ante un cumplido, basta con decir gracias o una frase sencilla como “¿Te ha gustado? O No está mal” y continuar la conversación sin darle más importancia.
13.)  Elogia tú también a las demás personas. Decirle a tu amiga que lleva una bonita faltada, comentarle a un compañero de trabajo que te ha gustado su informe, comunicarle a tu jefe que te parece muy adecuada su idea o alabar el gazpacho que ha hecho tu novio, es una muestra de seguridad en ti misma. Los psicólogos opinan que las personas que jamás elogia a nadie, no lo hacen porque piensan que es un gesto de debilidad reconocer que otro ha actuado bien (o es más guapo, o viste mejor…) sufren una gran inseguridad interna y una autoestima tan baja que les hace temer en todo momento la competencia de los demás.
14.)  Reconoce tus errores con naturalidad y elegancia. Cuando te equivocas, olvidas algo, desconoces un dato, reconocerlo de una forma natural, sin dramatizar y sin darle demasiada importancia. No hay nada más penoso que pretender llevar siempre la razón, saberlo todo o ir por la vida de mujer perfecta. Además, los expertos aseguran que es uno de los mayores síntomas de inseguridad. Las personas que tienen confianza en sí mismas saben que cometen errores como todo el mundo, pero que esto no significa que sean poco inteligente o que estén insuficientemente preparadas. Por esta razón no tienen ningún problema en reconocer sus errores y lo que es más, suelen aprender de ellos.

15.)  La información es poder (y da seguridad). Una de las mejores formas de adquirir seguridad es estar informada de lo que ocurre a tu alrededor. Lee el periódico o webs informativas a diario, mira o escucha algún informativo por radio o televisión. Sin necesidad de ser una experta o acumular información exhaustiva, mantente al día en cuestiones de política, de cine, de música, libros… Cuando acudas a una fiesta, entérate de las personas que van, de qué tipo de reunión se trata, como debes vestirte… En la oficina moléstate en aprender el nombre y el cargo de la gente de tu empresa y saber cómo va el sector concreto en el que estás trabajando.

¿Quieres ver el vídeo que he he editado sobre este tema? Pues no te lo pierdas.



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