Actuar con seguridad no es fácil cuando tienes los nervios
hechos un nudo y te tiemblan las piernas. Precisamente en las situaciones
difíciles o que son muy importantes para nuestro futuro es cuando nos sentimos
más inseguros, tendemos a meter la pata y equivocarnos, incluso aún más,
provocar una mala impresión en los demás. Según los psicólogos, este miedo
interior es una reacción primaria e irracional que provoca en el organismo una
serie de reacciones molestas y hasta paralizantes. “La inseguridad produce
angustia” y un alto estrés emocional que pone en marcha la adrenalina del
cuerpo.
En algunas personas la respuesta física es una excesiva
sudoración, en otras la respiración entrecortada, tics nerviosos, tartamudeo o
lapsus de memoria; también puede producir una sensación de nudo en el estómago
que nos impide comer, y las taquicardias.
Aprender a controlar esta ansiedad y comportarnos con
seguridad no es algo innato, ni que se pueda adquirir tomando una pastilla
milagrosa: hay que esforzarse para conseguirlo. Hay ejercicios mentales y
estrategias que nos ayudan a presentarnos externamente como personas seguras.
Si actúas como si te sintieras atractiva/o, inteligente,
eficaz y destinada a conseguir lo que quieres, los demás te percibirán así y
responderán de una forma favorable, lo que aumentará tu autoconfianza.
1.)
Visualiza situaciones que te provocan
inseguridad. En casa relajada y tranquila, debes repasar las cosas que te
crean inseguridad. Por ejemplo, ¿eres incapaz de entrar sola en un bar y
esperar tomándote una copa a la persona con la que estás citada? Entonces
imagínate toda la escena de forma más realista posible. Luego piensa en algo
que te gusta hacer y con lo que sí te sientes segura (algo concreto, como
bailar, o manejar el ordenador…), recréate en la sensación de seguridad y
grábala en tu mente. Vuelve a reproducir la escena en el bar, pero esta vez
imaginando que estas muy segura y saboreas un zumo de tomate con toda
tranquilidad y con la misma seguridad que tenías en el ejemplo de tu baile, o
manejo… Repite este ejercicio durante una semana seguida y luego ponla en
práctica en tu vida real.
2.)
Camina pisando fuerte y con la cabeza alta.
La forma de andar dice mucho de una persona. Caminar con la espalda recta, la
cabeza alta mirando lo que te rodea, y con pasos firmes, (ni grandes zancadas,
ni con pasitos de geisha) es un signo de que dominas el terreno y sabes hacia
donde te diriges. Se ha comprobado que
la gente calificada como independientes, seguras y hasta felices, son personas
que andan de esta manera, mientras que consideran que caminar con pasitos
cortos, el cuerpo encogido y la cabeza inclinada es señal de timidez,
inseguridad y tristeza. Una técnica para andar con seguridad es pensar que lo
estás haciendo por un terreno conocido, por ejemplo, el pasillo de tu casa.
Puedes ensayar con antelación, controlando la postura delante de un espejo e
imaginando que entras en una fiesta o cruzas el comedor de un restaurante
repleto de comensales.
3.)
Aumenta tu seguridad con ejercicios de
entrenamiento. La seguridad funciona igual que los músculos, y como ellos
necesitan ejercicio y entrenamiento periódico para estar en forma y no
atrofiarse. Ves poco a poco, poniéndote metas fáciles, como si fuera una tabla
de gimnasia para principiantes, para pasar luego a ejercicios más
complejos. Por ejemplo, si lo que más te
aterroriza es hablar con extraños o en público, debes empezar entablando
pequeñas conversaciones generalistas con el portero, el dependiente del
supermercado, la vecina que sube en el ascensor… Cuando domines estas
conversaciones, intenta dar una breve, aunque clara, opinión en una reunión de
amigos o en la oficina.
4.)
Vístete para causar una impresión de
seguridad. Selecciona cuidadosamente la ropa, el perfume y los
complementos, el maquillaje y el peinado que refuercen la imagen que quieras
dar en ese momento concreto: profesional, sensual, activa, divertida, discreta,
amigable… Procura que sean prendas con las que te identifiques y te muevas
cómodamente, y que no se alejen de tu forma de vestir habitual. “Se trata de
cuidar tu imagen externa, no de disfrazarte”. Por ejemplo, hay ciertos colores
que proyectan mensajes específicos a los demás, como los tonos oscuros, que dan
autoridad y seriedad, aunque ir vestida de negro de la cabeza a los pies puede
dar la impresión de estar deprimida y ser negativa. Los colores brillantes
hacen que nos miren y los de color pastel hablan de serenidad y amabilidad.
Así, para una fiesta un vestido de color fuerte puede ser muy adecuado, pero
para una reunión de trabajo sería mejor un conjunto oscuro con una camisa
pastel o un vestido de tono neutro con un pequeño toque de color. De esta
forma te presentarás como una persona segura y eficaz, pero también asequible y
flexible. Lo que hay que evitar a toda costa es la ropa por la que tenemos que
preocuparnos, es decir, esa falda que nos queda tan corta que debemos estar
continuamente tirando de ella, ese pantalón tan ajustado que nos impide
sentarnos con normalidad, ese tacón tan alto que nos hace torcer los pies o ese
collar que nos molesta un poco. Si vas a
asistir a una reunión que te preocupa, ponte un vestido que te gusta, porque
siempre que lo has llevado te ha ido bien. Esa prenda concreta te servirá como
punto de apoyo y aumentará tu seguridad.
5.)
Escoge un modelo y actúa como ella (o él).
Puede tratarse de una mujer famosa, una actriz, una top model, la ministra de
turno, tu jefa, una compañera de oficina o una amiga que admires. Averigua que
cualidades y comportamientos son los que despierta tu admiración y escríbelos
en una lista. Después toma prestadas esas cualidades e intenta reproducirlas.
¿Es su forma de vestir, de hablar? ¿Su educación y su nivel intelectual? ¿Su
simpatía y amabilidad con todo el mundo? El último paso es imaginar que estas
ante esa persona y quieres impresionarla favorablemente. ¿Cómo te comportarías?
En la próxima cena de amigos o reunión de trabajo, actúa de esa forma.
6.)
Aprende relajación para controlar la
ansiedad. ¿Empiezas a atragantarte, tartamudeas y te sudan las manos cuando
te pones nerviosa? Si en situaciones en las que deberías comportarte con
seguridad te quedas sin palabras, te cuesta respirar o empiezas a temblar,
debes poner remedio antes. “Da muy
buenos resultados aprender una técnica de relajación y hacer ejercicios
respiratorios para controlarnos. Pero si eso no te funciona convendría pedir
ayuda a una psicóloga o especialista.
7.)
Adopta actitudes corporales y gestos seguros. No sólo se trata de andar y hablar
adecuadamente: también debes controlar tus gestos. Sentarte erguida, mirar a
los ojos a la persona con la que hablas, evitar el excesivo amaneramiento, no
moverte demasiado, ni quedarte totalmente rígida, y controlar los tics
gestuales (tocarse el pelo, morderse labios o uñas, tamborilear los dedos sobre
la mesa, parpadear continuamnete…) son actitudes corporales que ayudan a
mostrarte segura ante los demás.
8.)
Habla con convicción y sin precipitarte.
Uno de los errores más comunes que cometemos cuando estamos nerviosas es hablar
demasiado rápido, en voz muy alta o muy baja, balbucear o quedarnos totalmente
mudas. Esto suele ocurrir en conversaciones con extraños, si tenemos que
exponer públicamente algún tema o cuando nos presentan a alguien que nos
impresiona. Los actores y los políticos siguen cursos de expresión en
los que aprenden a vocalizar bien, dar a la voz un tono de seguridad y
convicción, hablar a la velocidad adecuada (ni rápido, ni muy lento), detenerse
para respirar y evitar muletillas como: esto… bueno… o sea… Otro tic verbal que
indica una gran inseguridad es colocar un signo de interrogación al terminar
cada frase: cuando hacemos esto, damos la impresión de no saber muy bien de lo
que estamos hablando, ya que necesitamos que nuestro interlocutor nos lo
confirme continuamente.
9.)
Sé simpática. Es la mejor tarjeta de
presentación. Te han invitado a una boda y no conoces a nadie, pero seguro que
alguien más está en tu misma situación. Todos nos sentimos inseguros en
momentos así, por eso, si lo tienes presente, te será más fácil establecer
conversación con otra persona. En lugar de acobardarte, toma tu la iniciativa y
acércate a ella. Preséntate y pregúntale algo para romper el hilo. “El hecho de
tomar la iniciativa ayuda a dominar los nervios, pues no hay nada peor que
esperar en un rincón a que alguien nos dirija la palabra. Además, demuestra que
somos amistoso/as y que tenemos confianza en nuestra propia simpatía. Una vez
roto el hielo, no hace falta que contemos toda nuestra vida; hay que ser
simpáticas, pero discretas y dejar que nuestro interloculor también hable, escuchando con interés y esperando tranquilamente el turno de respuesta. Des
esta forma comprobará que no estamos ansiosas por ser el centro de atención, lo
que es un signo claro de madurez (solo los niños desean acapara siempre la
atención).
10.) Un poco de sentido del humor, por favor.
Un toque de humor suaviza tensiones, es una muestra de ingenio y nos hace
amigables. Incluso puede ayudarnos a autopublicitar nuestras cualidades sin
parecer pedantes o herir la susceptibilidad de los otros. Sin embargo, en
situaciones formales, no hay que exagerar la nota. Por ejemplo, hacer bromas
negativas sobre uno mismo ante gente que no nos conoce, puede ser hasta
contraproducente y dar la sensación de estar pidiendo de antemano disculpas por
nuestros defectos.
11.) Atrévete a discrepar, si perder la sonrisa.
Saber mantener una discusión sin perder los nervios o atreverte a exponer tu
opinión cuando no estás de acuerdo con lo que se dice, indica que eres una
persona con ideas claras y firmes. Esto no significa que quieras decir siempre
la última palabra o pretendas que todo el mundo termine opinando como tú.
Expresar en voz alta nuestras discrepancias es un signo de madurez y
autoconfianza, mientras que no aceptar serenamente que otros opinen de una
forma distinta demuestra inmadurez e inseguridad.
12.) Aprende a aceptar los cumplidos. Muchas
mujeres caemos en el error de ponernos nerviosas cuando alguien dice algo
positivo de nosotras, cuando alaban nuestro físico, nuestro trabajo o el vestido que
llevamos. Incluso hay quien empieza a atribuir los méritos a los demás, a las
circunstancias, a la suerte…. Cuando actuamos de esta forma, damos la penosa
impresión de no controlar nuestros actos, lo que es tan negativo como intentar
atribuirse siempre todos los méritos. Ante un cumplido, basta con decir gracias
o una frase sencilla como “¿Te ha gustado? O No está mal” y continuar la
conversación sin darle más importancia.
13.) Elogia tú también a las demás personas.
Decirle a tu amiga que lleva una bonita faltada, comentarle a un compañero de
trabajo que te ha gustado su informe, comunicarle a tu jefe que te parece muy
adecuada su idea o alabar el gazpacho que ha hecho tu novio, es una muestra de
seguridad en ti misma. Los psicólogos opinan que las personas que jamás elogia
a nadie, no lo hacen porque piensan que es un gesto de debilidad reconocer que
otro ha actuado bien (o es más guapo, o viste mejor…) sufren una gran
inseguridad interna y una autoestima tan baja que les hace temer en todo
momento la competencia de los demás.
14.) Reconoce tus errores con naturalidad y
elegancia. Cuando te equivocas, olvidas algo, desconoces un dato,
reconocerlo de una forma natural, sin dramatizar y sin darle demasiada
importancia. No hay nada más penoso que pretender llevar siempre la razón, saberlo todo o ir por la vida de mujer perfecta. Además, los expertos aseguran
que es uno de los mayores síntomas de inseguridad. Las personas que tienen
confianza en sí mismas saben que cometen errores como todo el mundo, pero que
esto no significa que sean poco inteligente o que estén insuficientemente
preparadas. Por esta razón no tienen ningún problema en reconocer sus errores y
lo que es más, suelen aprender de ellos.
15.) La información es poder (y da seguridad).
Una de las mejores formas de adquirir seguridad es estar informada de lo que
ocurre a tu alrededor. Lee el periódico o webs informativas a diario, mira o
escucha algún informativo por radio o televisión. Sin necesidad de ser una
experta o acumular información exhaustiva, mantente al día en cuestiones de
política, de cine, de música, libros… Cuando acudas a una fiesta, entérate de
las personas que van, de qué tipo de reunión se trata, como debes vestirte… En
la oficina moléstate en aprender el nombre y el cargo de la gente de tu empresa
y saber cómo va el sector concreto en el que estás trabajando.
¿Quieres ver el vídeo que he he editado sobre este tema? Pues no te lo pierdas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario