¿Has oído hablar del libro "Los cuatro acuerdos"? Es un libro muy
interesante, el cual puede hacerte cambiar varios conceptos y vivir un nuevo
paradigma en ti. Te aconsejo que lo leas y reflexiones sobre como vives estos
acuerdos. Te animo a que tomes acción con el propósito de mejorar como persona.
Si quieres quitarte pesos de encima y sentir, caminar, volar con ligereza, este libro te ayudará. No…, no te confundas, no es un libro de dieta, pero sí de conseguir tu equilibrio.
Si quieres quitarte pesos de encima y sentir, caminar, volar con ligereza, este libro te ayudará. No…, no te confundas, no es un libro de dieta, pero sí de conseguir tu equilibrio.
Para la milenaria cultura tolteca (México), la "realidad"
que asumimos socialmente no es más que un sueño colectivo. Desde que nacemos, nos
enseñan a interpretar la realidad mediante acuerdos, y así, acordamos con el
mundo adulto lo que es una mesa y lo que es un vestido, pero también lo que
"está bien" y lo que "está mal", e incluso quiénes somos o
cuál es nuestro lugar en el mundo (en la familia, en clase, en el trabajo). A
este proceso, el filósofo mexicano de origen tolteca Miguel Ruiz (FOTO), lo denomina
domesticación.
La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de
nuestra vida ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos a mamá o papá, la escuela o la iglesia. Estamos tan bien entrenados que somos
nuestro propio domador. Somos un animal autodomesticado.
En el transcurso de este aprendizaje incorporamos en nuestra
propia personalidad a dos personajes uno
es juez y el otro víctima.
El juez representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda lo que está bien y lo que está mal, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa parte en cada persona que sufre las exigencias de su propio juez interior. Sufrimos, nos arrepentimos, nos culpabilizamos y nos castigamos por la misma causa una y otra vez, cuando nos acordamos. Y como consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida.
El juez representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda lo que está bien y lo que está mal, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa parte en cada persona que sufre las exigencias de su propio juez interior. Sufrimos, nos arrepentimos, nos culpabilizamos y nos castigamos por la misma causa una y otra vez, cuando nos acordamos. Y como consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida.
El miedo y las autoexigencias, son los peores enemigos de nuestro
pensamiento, y por lo tanto de nuestra vida. Desde que nacemos aprendemos a
formar una imagen mental de la perfección, lo cual no está mal como camino
marcado a seguir. El problema es que como no somos perfectos entonces nos
rechazamos. Y el grado de rechazo depende de lo efectivas que han sido las
personas adultas para romper nuestra integridad", comparte Miguel Ruiz en
su libro.
Si revisamos estos cuatro acuerdos, podremos desenmascarar lo que no vale y sustituiremos por los que sí. Vamos a ver que nos propone esta filosofía y sus cuatro acuerdos básicos:
1. Sé
impecable con la palabra.
Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos,
realidades y, sobre todo, emociones. Las
palabras son mágicas: de la nada y sin materia alguna se puede transformar
lo que sea. El que la utilicemos como magia blanca o como magia negra depende
de cada cual.
Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien,
transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra
aceptación, pero también podemos matar su autoestima, sus esperanzas,
condenarle al fracaso, aniquilarle.
Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista, donde el hombre es la medida y el centro de todas las cosas; o las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.
Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje machista, donde el hombre es la medida y el centro de todas las cosas; o las descalificaciones autovictimistas (pobre de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.
Si somos conscientes del poder y del valor de nuestras palabras, las utilizaríamos con mucho más cuidado, pues ya sabemos que cada una de ellas está creando algo.
La propuesta de Miguel Ruiz es, por tanto:
"Utiliza
las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. Usa la magia
blanca empezando por ti. SÉ IMPECABLE CON LA PALABRA".
Cada cual vive su propia película en la cual es protagonista y cada
cual afronta su propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus
conflictos y sus miserias personales. Y como no, cada cual quiere sobrevivir el
sueño colectivo y ser feliz. Por lo tanto cada cual lo hace lo mejor que puede,
dentro de sus circunstancias y sus limitaciones.
Las demás personas sólo somos figurantes en esa película que cada
cual hace de su vida, o a lo sumo personajes secundarios. Si alguien me insulta
por la calle (o yo lo percibo así), con casi toda seguridad no tiene nada o muy
poco que ver conmigo. Simplemente podría ser su reacción a algo que está pasando fuera,
puede ser un mal día con su pareja o en el trabajo, una discusión con alguien, o
más quizás puede que tenga preocupaciones, ansiedad, frustración,
impaciencia, una gastritis o un dolor de cabeza. La impaciencia o las exigencias de tu pareja, de la vecina
del rellano o de la cajera del supermercado, las críticas de tu hijo o en el
trabajo, nada de eso es personal. Cada cual está reaccionando a su propia
película.
Hay mucha negativismo fuera, lo mismo que la hay dentro de ti misma, o de mí. A cualquiera, en algún momento de su vida, en algún momento del día somos "depredadores emocionales" alguna que otra vez.
"Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa
fácil para esos depredadores, los magos
negros... Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia
basura. Pero si no te tomas las cosas personalmente serás inmune a todo veneno
aunque te encuentres en medio del infierno", asegura Miguel Ruiz.
Comprender y asumir este acuerdo nos aporta una enorme libertad.
"Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás
depositar tu confianza en lo que hagan o digan sobre ti las demás personas.
Nunca eres responsable de los actos o palabras de las demás personas, sólo de
las tuyas propias.
Respecto
a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender de ella. Ésa es
otra película. NO TE TOMES LAS COSAS PERSONALMENTE.
Tendemos a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre todo.
El problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y montamos
una realidad sobre ello. Y no siempre es positiva o está guiada por la
confianza o el amor, sino más frecuentemente por el miedo y nuestra propia
inseguridad.
Deduzco que alguien se ha enfadado conmigo porque no respondió a
mi saludo al cruzarnos y mi mente organiza toda una realidad sobre eso. Y se
rompen puentes entre la otra persona y yo, difíciles de salvar. Lo mismo con
nuestra pareja, con la vecina, con la escuela. Creamos realidades en base a
comentarios o elementos sueltos, ¡quien no ha montado un culebrón!
"La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras... e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular", insiste Miguel Ruiz.
En última instancia y si te dejas guiar por la buena voluntad, siempre te queda la confianza... y la aceptación.
Nunca
nada que pasa fuera es personal. Pero en cualquier caso, NO SAQUES CONCLUSIONES
PRECIPITADAMENTE.
El cuarto y último acuerdo permite que los otros tres se
conviertan en hábitos profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo mejor
que puedas. Siendo así, pase lo que pase aceptaremos las consecuencias de buen
grado. Hacerlo lo mejor posible no significa que tú y yo tengamos que hacerlo
de la misma manera, ni siquiera que mi respuesta en estos momentos sea la misma
que en otro que me siento cansada, o no he dormido bien, o me siento llena de
amor y confianza y tremendamente generosa. Se podría decir que en
cada momento de nuestra vida somos diferentes, en unas circunstancias
y con unas limitaciones concretas.
A veces podemos responder a lo que interpretamos como una "provocación" con una sonrisa irónica o divertida, con sentido del humor, o con una carcajada retadora, o incluso a gritos. Pero siempre podemos intentar ser impecables con la palabra, no tomárnoslo personalmente y no sacar conclusiones precipitadas... dentro de nuestras limitaciones físicas, anímicas y en general, de cada momento. Si lo intentamos, de la mejor manera que podemos, ya es suficiente.
"Verdaderamente,
para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos necesitamos utilizar todo el
poder que tenemos. De modo que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez
interior la satisfacción de convertirte en una víctima. Simplemente, empieza
otra vez desde el principio."
Te animo a que practiques, practiques y practiques y cuando ya no puedas más… practiques sin cesar. Con la práctica será cada vez más fácil hasta que…, ¡Sorpresa! La identificación es tanto que prácticamente los cuatro acuerdos formaran parte de nuestra manera de ser, simplemente somos así. Sin lugar a dudas nuestra vida será más sencilla y satisfactoria, para nosotros mismos y para las demás personas que nos rodean.
He realizado un vídeo que habla sobre ello. Si lo quieres ver pulsa el link.
http://youtu.be/gncTwk-u-dg
Ya sabes...acuérdate de los cuatro acuerdos, pero sobre todo, mi lema favorito: "AMATE y cambia el mundo".
Compárteme en tus redes sociales, suscrítete en este blog, en faccebook, twiter, youtube...y pon un like (manita arriba), te lo agradeceré eternamente.
(Me ha inspirado y le he capturado información del blog: crecejoven.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario